La investigación científica es una actividad orientada a la obtención de nuevos conocimientos y, por esa vía, ocasionalmente dar solución a problemas o interrogantes de carácter científico.
Una investigación se caracteriza por ser un proceso único:
- Sistemático: A partir de la formulación de una hipótesis u objetivo de trabajo, se recogen datos según un plan preestablecido que, una vez analizados e interpretados, modificarán o añadirán nuevos conocimientos a los ya existentes, iniciándose entonces un nuevo ciclo de investigación. La sistemática empleada en una investigación es la del método científico.
- Organizado: todos los miembros de un equipo de investigación deben conocer lo que deben hacer durante todo el estudio, aplicando las mismas definiciones y criterios a todos los participantes y actuando de forma idéntica ante cualquier duda. Para conseguirlo, es imprescindible escribir un protocolo de investigación donde se especifiquen todos los detalles relacionados con el estudio.
- Objetivo: las conclusiones obtenidas del estudio no se basan en impresiones subjetivas, sino en hechos que se han observado y medido, y que en su interpretación se evita cualquier prejuicio que los responsables del estudio pudieran hacer.

¿PARA QUÉ HACEMOS INVESTIGACIÓN EN LA UNIVERSIDAD ?
Esta es posiblemente la pregunta fundamental que debemos responder para discutir el ‘impacto’ de la investigación que realizamos en nuestra universidad. Esta pregunta admite al menos las siguientes respuestas:
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Para buscar la verdad, lo cual supone la existencia de una realidad independiente de nosotros. Posiblemente esta actividad se persiga en algunas disciplinas, pero por lo general realizamos investigación para cumplir con otros objetivos, que se enumeran a continuación.
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]-->Para generar conocimiento, lo cual es necesario para reducir los límites de la ignorancia.
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]--> Para resolver problemas, actividad que perseguimos para aumentar nuestro bienestar o nuestra riqueza.
<!--[if !supportLists]-->· <!--[endif]--> Para formar recursos humanos, que a su vez estén en capacidad de buscar la verdad, generar conocimientos, resolver problemas y formar recursos humanos.

IMPORTANCIA DE LA INVESTIGACIÓN EN LA UNIVERSIDAD
El objetivo último de la Universidad es la verdad, que se conoce y amplía con la investigación, se transmite mediante la docencia y se hace cultura al difundirse en su entorno social. La búsqueda permanente y honrada de la verdad constituye, por tanto, el corazón de la vida académica. En consecuencia se habrá de concluir que no es posible ser profesor universitario sin estar empeñado en una actividad investigadora, del mismo modo que no es cabalmente universidad aquella que renuncia a la investigación.
Aún más, la docencia misma debe estar impregnada de una impronta investigadora. Al hacer esta afirmación no me limito a la calidad de las clases cuando las imparte un profesor que investiga y está, por tanto, comprometido con la evolución y crecimiento de la materia que explica. Me refiero también a la actitud discente de los estudiantes: no pueden limitarse a ser enseñados, sino que deben asumir el reto de liderar su propio proceso formativo, reclamando de los profesores que se les ayude a aprender.
Además, la colaboración de alumnos brillantes en tareas investigadoras tiene un efecto beneficioso para la vida universitaria: en primer lugar, porque la falta de aprioris acuñados por la experiencia hace que, en ocasiones, los estudiantes aporten ideas creativas y originales para resolver la investigación que se está realizando; en segundo lugar, porque se fomentan vocaciones universitarias que tomarán el relevo más adelante; y en tercer lugar, porque ese trato continuo, respetuoso y sincero por ambas partes es la mejor escuela de aprendizaje, ya que “es en la convivencia donde se forma la persona”.
Es precisamente en ese clima donde brilla con luz propia el ideal de la universitas studiorum et scholarium, esa Corporación de maestros y de estudiantes donde, al decir de Newman, “los distintos saberes se completan, corrigen y equilibran mutuamente. Y esta consideración debe tenerse en cuenta no sólo en lo que se refiere a la consecución de la verdad, que es el objetivo de toda ciencia, sino también respecto al influjo que las ciencias ejercen sobre aquéllos cuya educación consiste precisamente en estudiarlas”. Sólo en la medida que se persiga este objetivo, la universidad se configurará como una realidad unitaria, donde estudiantes y profesores participan de los mismos objetivos y propósitos: buscar la verdad sin restricción alguna y adecuar sus vidas a la verdad alcanzada, para saber más y, sobre todo, para ser mejores.
Es cierto que la contribución primordial dela Universidad al bien social son los estudiantes egresados de sus aulas, en los que la formación profesional, lo más excelente que puedan alcanzar, ha de insertarse en personalidades enterizas adornadas de virtudes; pero en su quehacer investigador la Universidad debe afrontar los temas que inciden en el bienestar social y económico de su entorno, colaborando a proponer, fruto de un estudio hondo y riguroso, una respuesta cabal a los interrogantes planteados. Con esto no se pretende coartar la libertad de cátedra, sino tan sólo manifestar que la investigación universitaria tiene que servir, y, en la medida que sea posible, estar orientada en cada momento hacia los problemas vigentes, sin descuidar la necesaria exploración en áreas que no tengan una utilidad práctica directa por su naturaleza o atemporalidad.
En el ámbito de las ciencias experimentales se trataría de potenciar la investigación translacional, que no se reduce a la cesión del “know how”. El propósito es, más bien, involucrar a la otra entidad en el proceso de poner en valor el conocimiento y asegurar su desarrollo futuro. Para conseguirlo es necesario formalizar foros estables de trabajo, donde profesores universitarios y profesionales externos colaboren complementariamente.
Si importante es la investigación cientificoexperimental no lo es menos la que concierne a las Humanidades y Ciencias Sociales, por las repercusiones que estas disciplinas tienen en los comportamientos personales y las modas sociales. Aunque ningún tiempo pasado fue mejor, el actual es mejorable. La cultura irenista presente no parece conducir a un orden más justo, por más que sea impulsada por la brisa de un inusitado progreso tecnológico. Y es que, en palabras de Séneca, ningún viento es bueno para el barco que no sabe adónde va. Hoy, más que nunca, hace falta saber adónde se quiere ir, tener referencias absolutas por las que guiarse, ya que, como ha observado Peter Berger, el relativismo cultural vigente, “puede degenerar en el fundamentalismo, pues el espíritu humano aborrece la incertidumbre en el que éste le deja sumido.
Es tarea urgente dela Universidad ofrecer argumentos firmes para una actuación que conduzca a un mundo más justo, digno y solidario, en definitiva, a una sociedad transida de valores genuinamente humanos, esto es, cristianos. S. Josemaría soñaba con universidades que, por su prestigio, estuvieran en el origen mismo de los cambios, y esta tarea la asignaba de modo especial a las Humanidades y Ciencias Sociales en colaboración con las Ciencias Sagradas.
La investigación en estas áreas tiene, un reto acuciante: superar el individualismo y buscar formas operativas de trabajo multidisciplinar. Evidentemente esta propuesta conlleva una ruptura con la tradición secular de los modos de hacer de los grandes pensadores y juristas. Sin embargo, pienso que no hay ninguna razón para que el trabajo en equipo interdepartamental se presente como un obstáculo para la creatividad propia de un intelectual: es más no abordar con esa metodología el estudio de los temas que atenazan a la humanidad conduce a achicar el horizonte y perder oportunidades de fortalecer el discurso intelectual al no contar con los logros científicos concomitantes de otras disciplinas.
La importancia de la investigación universitaria, brevemente esbozada en las palabras anteriores, es un estímulo para que el profesor, cualquiera que sea su área de conocimiento, se dedique a esa tarea con esfuerzo y generosidad sin pactar con un conformismo mediocre. Y en ese cometido es preciso poner en ejercicio la honradez intelectual, virtud cuyo presupuesto es la aceptación de la autonomía de la verdad: esa verdad que, al estar por encima de la persona humana, ha de ser aprehendida con un talante respetuoso y abierto hacia la realidad en todas sus dimensiones. Porque en un entorno cultural, en que se prima el tener sobre el ser y se da más relevancia a la praxis que al saber, no es extraño que al propósito de alcanzar la verdad se contrapongan dos sucedáneos, no ausentes en los ambientes intelectuales y académicos: la búsqueda de la eficacia, del éxito, por encima de la verdad, y el sacrificio de la verdad en aras de la originalidad.
El
Aún más, la docencia misma debe estar impregnada de una impronta investigadora. Al hacer esta afirmación no me limito a la calidad de las clases cuando las imparte un profesor que investiga y está, por tanto, comprometido con la evolución y crecimiento de la materia que explica. Me refiero también a la actitud discente de los estudiantes: no pueden limitarse a ser enseñados, sino que deben asumir el reto de liderar su propio proceso formativo, reclamando de los profesores que se les ayude a aprender.
Además, la colaboración de alumnos brillantes en tareas investigadoras tiene un efecto beneficioso para la vida universitaria: en primer lugar, porque la falta de aprioris acuñados por la experiencia hace que, en ocasiones, los estudiantes aporten ideas creativas y originales para resolver la investigación que se está realizando; en segundo lugar, porque se fomentan vocaciones universitarias que tomarán el relevo más adelante; y en tercer lugar, porque ese trato continuo, respetuoso y sincero por ambas partes es la mejor escuela de aprendizaje, ya que “es en la convivencia donde se forma la persona”.
Es precisamente en ese clima donde brilla con luz propia el ideal de la universitas studiorum et scholarium, esa Corporación de maestros y de estudiantes donde, al decir de Newman, “los distintos saberes se completan, corrigen y equilibran mutuamente. Y esta consideración debe tenerse en cuenta no sólo en lo que se refiere a la consecución de la verdad, que es el objetivo de toda ciencia, sino también respecto al influjo que las ciencias ejercen sobre aquéllos cuya educación consiste precisamente en estudiarlas”. Sólo en la medida que se persiga este objetivo, la universidad se configurará como una realidad unitaria, donde estudiantes y profesores participan de los mismos objetivos y propósitos: buscar la verdad sin restricción alguna y adecuar sus vidas a la verdad alcanzada, para saber más y, sobre todo, para ser mejores.
Es cierto que la contribución primordial de
En el ámbito de las ciencias experimentales se trataría de potenciar la investigación translacional, que no se reduce a la cesión del “know how”. El propósito es, más bien, involucrar a la otra entidad en el proceso de poner en valor el conocimiento y asegurar su desarrollo futuro. Para conseguirlo es necesario formalizar foros estables de trabajo, donde profesores universitarios y profesionales externos colaboren complementariamente.
Si importante es la investigación cientificoexperimental no lo es menos la que concierne a las Humanidades y Ciencias Sociales, por las repercusiones que estas disciplinas tienen en los comportamientos personales y las modas sociales. Aunque ningún tiempo pasado fue mejor, el actual es mejorable. La cultura irenista presente no parece conducir a un orden más justo, por más que sea impulsada por la brisa de un inusitado progreso tecnológico. Y es que, en palabras de Séneca, ningún viento es bueno para el barco que no sabe adónde va. Hoy, más que nunca, hace falta saber adónde se quiere ir, tener referencias absolutas por las que guiarse, ya que, como ha observado Peter Berger, el relativismo cultural vigente, “puede degenerar en el fundamentalismo, pues el espíritu humano aborrece la incertidumbre en el que éste le deja sumido.
Es tarea urgente de
La investigación en estas áreas tiene, un reto acuciante: superar el individualismo y buscar formas operativas de trabajo multidisciplinar. Evidentemente esta propuesta conlleva una ruptura con la tradición secular de los modos de hacer de los grandes pensadores y juristas. Sin embargo, pienso que no hay ninguna razón para que el trabajo en equipo interdepartamental se presente como un obstáculo para la creatividad propia de un intelectual: es más no abordar con esa metodología el estudio de los temas que atenazan a la humanidad conduce a achicar el horizonte y perder oportunidades de fortalecer el discurso intelectual al no contar con los logros científicos concomitantes de otras disciplinas.
La importancia de la investigación universitaria, brevemente esbozada en las palabras anteriores, es un estímulo para que el profesor, cualquiera que sea su área de conocimiento, se dedique a esa tarea con esfuerzo y generosidad sin pactar con un conformismo mediocre. Y en ese cometido es preciso poner en ejercicio la honradez intelectual, virtud cuyo presupuesto es la aceptación de la autonomía de la verdad: esa verdad que, al estar por encima de la persona humana, ha de ser aprehendida con un talante respetuoso y abierto hacia la realidad en todas sus dimensiones. Porque en un entorno cultural, en que se prima el tener sobre el ser y se da más relevancia a la praxis que al saber, no es extraño que al propósito de alcanzar la verdad se contrapongan dos sucedáneos, no ausentes en los ambientes intelectuales y académicos: la búsqueda de la eficacia, del éxito, por encima de la verdad, y el sacrificio de la verdad en aras de la originalidad.
Son este conjunto de conceptos, imágenes y representaciones en torno a la investigación en la Universidad peruana los que, proyectados a la sociedad peruana desde los artículos y libros objeto de examen, han ido conformando las percepciones sociales en torno a la ciencia en Perú. Y la visualización que hemos hecho de dichos conceptos, imágenes y representaciones puede servir para la elaboración de una política de investigación que revierta las imágenes y
representaciones existentes en pro de la ciencia y el desarrollo social en Perú, si tenemos en cuenta, conforme a nuestro enfoque de partida, el poder determinante que ejerce el saber sobre la realidad.

CAMBIOS EN LA FUNCIÓN INVESTIGADORA DE LAS UNIVERSIDADES
Las universidades y su papel en el desarrollo de la Sociedad del Conocimiento han adquirido mucha relevancia política en los Estados miembros. Los datos indican que las universidades europeas están perdiendo terreno en relación a las universidades de otras regiones del mundo en áreas estratégicas como pueden se la formación de las futuras élites de investigadores, la excelencia de la investigación o en la transmisión efectiva de conocimiento a la sociedad y, en particular, a la industria. Una de las principales razones de este declive es que la universidades europeas reciben una financiación insuficiente y los recursos puestos a su disposición no crecen el mismo ritmo que las expectativas sobre su contribución a la sociedad. Además, la investigación universitaria en Europa esta muy fragmentada, lo cual se manifiesta en que, por ejemplo, hay muchas más universidades en Europa que en EEUU y en que hay muchas más universidades que conceden doctorados en Europa que en EEUU.
En los últimos años muchos Estados miembros han introducido nuevas políticas encaminadas a mejorar los resultados de las universidades, en particular en el campo de la investigación, pero el camino seguido es a menudo diferente. Los objetivos de estas políticas entran en las siguientes categorías:
- Autonomía, financiación y reforma de las universidades.
- Aumento de la financiación competitiva.
- Excelencia en las redes colaborativas y creación de universidades de élite.
- Refuerzo de la tercera misión de las universidades, esto es el papel de las universidades en la innovación.
Sin embargo, existe poca información todavía sobre si estas medidas están teniendo el impacto deseado. En sondeos recientes realizados entre más de cien instituciones europeas que conceden doctorados en el marco del proyecto CHINC encargado por el Centro Común de Investigación (CCR-IPTS) y de la red de excelencia AQUAMETH del Sexto Programa Marco, revelan que las universidades que tenían una actividad más baja en investigación hace diez años (en términos del ratio de doctorados concedidos y el número total de estudiantes matriculados) han mejorado su producción de nuevos doctores. Esto se podría interpretar como una evolución hacia un sistema más distribuido de generación de conocimiento.
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